Decidido a pedirse varios días más de Licencia como Intendente, el Dr. Rodolfo Lópes encaró una empresa casi épica: atravesar América en moto, llevandole al pueblo el mensaje de la Revolución. Lo hizo inspirado en el mítico colega suyo, Ernesto “Che” Guevara, cuya aventura por el continente diera origen a la laureada película “Diarios de Motocicleta”. Sin embargo, la travesía se vió abortada desde el mismo inicio, cuando la “Vespa” que tripulaba el Licenciado Intendente fundió biela al ingreso del Camino de Cintura.
Indoblegable en sus metas y convicciones, el Dr. Lópes aseguró a “El Cangrejo Gaviotero” que “ningún desperfecto mecánico y reaccionario va a hacerme olvidar mis objetivos de poder... ehh... de poder ayudar a los más necesitados. Y tal como lo prometí – agrega - durante mi breve ausencia del municipio recorreré los barrios junto a mis colaboradores, para que el pueblo me diga en la cara cuánto me quiere, más allá de las encuestas arregladas o las causas apócrifas”.El Cangrejo Gaviotero publica en exclusiva fragmentos y fotos de las memorias de viaje de “El Che Rodolfo” (como pide ahora que lo llamen), recorriendo en moto los barrios de Bahía.
Querido Diario: es un día de sol, ideal para pasear en moto. Comencé mi viaje recorriendo el centro. ¡Cuántas emociones! Mi vida pasa frente a mis ojos como una película: el Concejo Deliberante, la Región Sanitaria y el fin... ¡la Municipalidad!. Lo que no termino de entender es esa imagen de Tribunales que se mezcla con las otras. ¡La mente te hace cada chiste!
MARTES
Querido Diario: hoy vine para Villa Mitre, mi barrio natal. ¡Cuántos recuerdos! La infancia, la escuela, la noviecita de enfrente... ella era rubia y de pelo ensortijado. ¡Ah... la juventud!¡Por enredarme en ese pelo, yo me hubiese quemado vivo! En cambio hoy día... ehhhh... bueno.... en fin... Mejor rememorar a los botijas del barrio. Con ellos siempre jugaba a hacer rimas picarescas con los apellidos de los vecinos. ¡Cómo me gustaría gritar ahora: “¡¡Vení, Zorzano!! ¡¡Agarrámela con la mano!!”
MIERCOLES
Querido Diario: con la moto a pleno, encaré para el Barrio Independencia y aproveché la hermosa tarde para pasear por el Zoológico. Me dió mucha pena ver todos esos bichos tras las rejas, encerrados, privados de su libertad, seguramente con causas inventadas y oscuros fines políticos. ¡No debiera enjaularse a nadie! ¡Eximición de prisión para todos los seres vivos!
JUEVES
Querido Diario: hoy sentí el cariño de la gente. Todos me saludaban a mi paso, me sonreían y cuando me detuve, palmeaban mi espalda y me vitoreaban gritando: “¡Vuelva, Señor Intendente! ¡Vuelva!”. En eso, un gigantesco dragón con la cara de Larraburu bajó del cielo y envolvió en llamas a mis seguidores, incinerando la moto y unos expedientes que traía conmigo. Desperté empapado por el sudor. ¡Todo fue un sueño! Me había quedado dormido en un canterito de Ingeniero White y vieron cómo es el aire de ese barrio: puede provocarte las peores pesadillas.
VIERNES
Querido Diario: hoy sentí el cariño de los perros. Todos me ladraban a mi paso, me gruñìan y cuando me detuve, masticaba mis pantorrillas y me meaban la moto. ¡Van a ver cuando vuelva! ¡No los va a salvar ni Raúl Portal!
SABADO
Querido Diario: aprovechando que andaba en moto, salí a hacer “capote” por la noche bahiense. Anduve por “Brancaleone” y “Rancho X”, donde me encontré con un par de petiteras en Hot-Pants que quisieron subirse. ¡Claro!: dijeron ser de San Isidro y no me conocían. Encaré con ellas para “La Tartaruga”, donde nos encontramos con Julito Ruiz que bajaba del Rambler Ambassador con pantalones “pata de elefante” y su mejor camisa de bambula. “¡Matás mil, loco!” le tiré y les presenté a las minitas. “¡No seas higo! ¡No entrés acá! ¡Está out!” dijo él y nos propuso ir a tomar unos drinks al Noveno Piso del Hotel del Sur. ¡Winer!
DOMINGO
Maldito Diario: tengo una resaca tremenda. Me desperté hecho pelota, tirado debajo de un banco en la Gregory`s Street. Una vieja llamaba al 109, diciendo que había un “borracho indigente” desparramado frente a la vidriera de Etam. Por suerte no le dieron ni pelota... bah: lo normal. La moto estaba en el cordón, sin ruedas ni motor. Me levanté como pude y caminé hasta lo de Julito, porque hoy día ni yo sé dónde estoy viviendo. A July lo encontré orinando el arbolito de la puerta. Me explicó con la voz pastosa que las dos petiteras en Hot-Pants se llamaban Ernesto y Juan Carlos y eran dos “trabucos” escapados de Fuerte Apache. Se llevaron el Ambassador y cargaron en el baúl las partes de la moto. No logramos aclarar bien lo que pasó, pero a los dos nos ardía todo. Por suerte July me dejó usar el teléfono para llamar un taxi. Antes me pidió que impostara la voz, porque seguro que tenía intervenida la línea y no quería quedar enganchado en ninguna escucha. ¡Ingrato!
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