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"LA OLIGARQUÍA INMOBILIARIA" o “LA CRIA DE INQUILINOS: UNA ALTERNATIVA EFECTIVA A LA CRISIS DEL CAMPO”

La queja permanente de la oligarquía ganadera no hace sino desnudar la falta de imaginación de nuestros productores, que no saben tomar como modelo otras alternativas económicas como las que muchos sufren mes a mes y que se ha dado en llamar “La Oligarquía Inmobiliaria”

¿Cuánto cuesta alquilar un departamento de un dormitorio (de aproximadamente 50 m2) en Bahía Blanca? Entre $650 a $750, pongamos un promedio de $ 700. Allí podríamos apilar entre 2 a 3 estudiantes o 2 casados más un niño o un divorciado solo que no desea ser molestado.

Por otra parte, en una hectárea de campo y en nuestra zona, podemos tener entre una a dos vacas. Pongamos dos, entonces, seamos generosos. Y más que vacas, que sean bien machitos y castrados... novillos, bah. Contando desde que nació el ternerito hasta que lo vendimos listo para la parrilla nos llevará dos años, como para redondear. En ese tiempo y en nuestra hectárea lograremos -con suerte- vender 800 kg de carne a $ 4,00 el kilo (también con suerte). Eso nos dará un total de $ 3.200.

En el departamentito de 50 m2, la renta total de un contrato también de 2 años es de $ 16.800, osea: $336 por m2. En el campo (y en todas partes) una hectárea son 10.000 m2, por lo tanto la renta de un “contrato” de dos años son $0,32/m2. ¡¡Treinta y dos centavos el metro!!. Mil veces menos que la renta de un departamento.

La alternativa es clara: ¡HAY QUE CRIAR INQUILINOS!. A 50m2 cada uno (divorciado, estudiante o lo que se consiga en el mercado), nos caben 200 inquilinos por hectárea. Es una buena suma.

Lo único a tomar en cuenta para empezar es que tenemos que elegir un par de hectáreas cerca de la ruta, así los tipos pueden ir a trabajar. Y también hay que darle llaves de la tranquera. A todos. Son 200 llaves, pero bueno... en algo hay que invertir.

Las ventajas son muchas: el inquilino se alimenta solo, come por ahí o compra en una rotisería. No va a andar mugiendo para pedir pastura o fardo ni tampoco nos va a reclamar comida a nosotros. Si se enferma, casi seguro que tiene obra social, mientras que es obvio que una vaca no tiene esa posibilidad.

Los inquilinos no nos van a andar llenando el campo de porquerías, como desaprensivamente hace la vaca. Por el contrario, el pudor los hará irse a un rinconcito, donde sólo hay que tener la previsión de dejar crecer los yuyos.

A veces, los inquilinos se reproducen. La preñez dura 9 meses, igual que las vacas. Si queremos nos podemos quedar con el casalito y la cría, pero nos conviene hacerlos salir rápido del campo para que los pibes no se cuelguen del alambrado y alboroten nuestro consorcio rural. Total, tarde o temprano van a volver, porque con la ausencia de créditos, los inquilinos sólo engendran inquilinitos.

Algunos consideran como limitante que los inquilinos requieran ciertos servicios, como el agua, el gas y la electricidad. En esto tienen clara ventaja las vacas, porque también necesitan agua, es cierto, pero el gas lo producen ellas y de la electricidad no dicen ni “mu”. Sin embargo, la rentabilidad de la cría de inquilinos es tan buena, que hasta podría pensarse en un cablecito y un par de caños por hectárea. ¡Trescientos pesos por metro cuadrado dan para todo!. ¡Mil veces más ganancia que la carne! Si los inquilinos tienen frío que se agrupen, lo mismo si quieren ver Tinelli en un televisorcito. Las vacas también se agrupan en el bebedero y babean tanto como quien se estupidiza con “Bailando por un Sueño” o con un discurso presidencial, pero no hay que olvidar que la renta de la vaca es mucho menor. Además, no hay rumiante que compre celulares o “Reduce Fat Fast” o algo de lo que recomienda la tele y que es realmente importante para la economía del país.

Con respecto a las construcciones, siempre se puede hacer un techito con chapas y un par de paredes bajas, como las parideras de los chanchos y que les sirva de reparo. No se necesita nada más, porque recordemos que un inquilino debe estar todo el tiempo “tranqueras afuera” juntando para el alquiler, que es el producto de los inquilinos, como la lana de las ovejas o los jamones en los chanchos.

La vaca nos da la plata recién cuando la carneamos, es decir, a los dos años. En cambio el inquilino “gatilla” religiosamente del 1 al 5 de cada mes o nos tiene que devolver la llave de la tranquera.

Cuando el infeliz novillo termina su ciclo también termina muerto, mientras que el (también infeliz) inquilino termina su contrato fundido, pero en general respirando, a tal punto que la cría de inquilinos está fuertemente avalada por la Sociedad Protectora de los Animales. Por otra parte, a la vaca hay que reponerla para renovar el ciclo, mientras que al inquilino hay que re-ponersela de vuelta al renovarle el contrato... ¡¡y hasta nos pagará por eso!!.

Así que el consejo a todos los dueños de campo es éste: adhiéranse a la Oligarquía Inmobiliaria productora de inquilinos. Déjense de embromar con los problemas de pariciones, la lluvia, el pasto y las miradas bovinas y acusadoras de todos esos rumiantes yéndose al frigorífico. Si tienen mucho campo, usen un par de hectáreas para criar inquilinos y en el resto dejen crecer yuyos como la Soja o la González. Se imaginan que con esa rentabilidad, más que una 4x4 van a poder comprarse una 8x8 cada 2x3.

Para el país y su macro-economía, habría un solo problema a resolver: con las leyes actuales, no podemos comer inquilinos en un asadito y tampoco los podemos vender al exterior. Pero bueno,… ¿a quién le importa?. Producir o exportar alimentos no debe ser prioridad en nuestra Argentina. Fíjense que el campo y la producción ni un ministerio tienen, así que seguramente debe haber cosas más trascendentes en las que pensar.


ANDONI KLAUS ARANCIBIA